Comenzamos las publicaciones en el blog colaborativo con un acontecimiento importante y poco conocido, incluso en la propia Lebrija. La matanza de soldados franceses en Lebrija en 1808. Como el relato es largo, lo dividimos en dos partes.
La información está extraída del relato original Los franceses en Lebrija, una relación inédita escrita por D. Antonio Sánchez de Alva en 1850 y publicada por D. Felipe Cortines y Murube en La Ilustración Española y Americana en enero de 1910.
La información está extraída del relato original Los franceses en Lebrija, una relación inédita escrita por D. Antonio Sánchez de Alva en 1850 y publicada por D. Felipe Cortines y Murube en La Ilustración Española y Americana en enero de 1910.
Los soldados franceses derrotados
en Bailén eran considerados por la Junta de Sevilla como prisioneros de
guerra...”; así pues, en base a lo pactado en la capitulación de
Bailén, parte de estas tropas fueron enviadas a Cádiz para su
repatriación. Previamente los soldados, cabos y sargentos habían
sido desarmados. A los oficiales, (alféreces, tenientes, capitanes,
etc...), por su condición de caballeros se les permitía mantener
sus armas que consistían en sables y pistolas de “chispa”. Así,
parte de este ejército con el general Dupont a la cabeza llegó a la
villa de LEBRIJA a principios de agosto de 1808.
Al parecer descansaron aquí durante
diez días durante los cuales no se registró ningún tipo de
desavenencia entre la población y los prisioneros. El general y los
oficiales de las distintas unidades componentes de la agrupación
fueron tratados conforme a su condición de caballeros y alojados en
casas de personas notables locales. En cuanto a la tropa, ésta
acampó en un olivar cercano a la población (en un lugar conocido
como Cuatro Cruces), en donde dispusieron multitud de carros que, aun
sabiendo los mandos españoles que contenían tesoros artísticos
provenientes del saqueo de Córdoba, se respetaron conforme a la
capitulación. Tras el descanso referido marcharon de nuevo hacia
Cádiz.
Posteriormente, la Junta de Sevilla distribuyó en varias poblaciones de la provincia las tropas pertenecientes a la división de Bedel que también estaban incluidas en la capitulación y que no iban a ser repatriadas inmediatamente a Francia. Parece ser que a LEBRIJA le correspondió unos trescientos soldados. De estos soldados al menos veinte eran oficiales. Todos ellos bajo la responsabilidad del general Pribé. Éste y su ayudante fueron alojados en la posada de “La Concepción”, situada en la C/ Sevilla, (actualmente es una oficina del banco BBVA), junto al “Casino”. Toda la oficialidad fue alojada en la iglesia subterránea que la congregación de eclesiásticos llamados “Oblatos”, que en aquella época se había establecido en el interior del antiguo castillo, había construido en el foso defensivo del mismo, muy cerca de la ermita. Parte de los sargentos y cabos fueron alojados en una hospedería situada en la rampa de entrada del castillo, también dentro del recinto amurallado del mismo. La tropa fue alojada en una casa grande situada en un lugar que en aquella época se encontraba alejada de la población y que recibía el nombre de “El Mantillo”. Así distribuidos en la población, el trato con los soldados franceses fue bueno; se les ayudó “...siempre según su clase...” para que no les faltase nada. Según parece, el general Pribé no se dejaba ver con frecuencia en el pueblo a diferencia de los demás oficiales que si lo hacían pues se reunían en un billar situado en la plaza de España donde alternaban con los lebrijanos. Tal era la normalidad de relaciones que el oficial médico de estas tropas ayudo a la población lebrijana con el ejercicio de su profesión. Así pues, se observó buena conducta entre los locales y los prisioneros. Eso sí, la autoridad mandó poner en la entrada del castillo, así como en “El Mantillo”, dos o tres vecinos desarmados a modo de prevención de cualquier eventualidad. Nada hacía presagiar la tragedia que se avecinaba En el mes de Noviembre se comenzó la recolección de aceituna en el pueblo (recordemos que la economía de Lebrija por aquel entonces se basaba en gran porcentaje en el cultivo olivar. Existían nada menos que 9 molinos en el término municipal). Pues bien, casi toda la tropa francesa se dedicó a recolectar aceitunas, lo que provocó, al haber exceso de mano de obra, una disminución en los jornales (pagados por los dueños de las distintas tierras). La situación del ya empobrecido campesino lebrijano, empeoró. El disgusto de estos, si bien no fue responsable del hecho principal, sí lo fue de hechos particulares que ocurrieron simultáneamente al mismo. También da idea del sentir de los aparceros, población mayoritaria en la Lebrija de entonces, hacia los franceses. Es necesario decir que ese malestar únicamente se expresó en conversaciones sostenidas entre los mismos.
En el mes de Diciembre aún no se había completado la recolección y las relaciones entre franceses y lebrijanos eran del todo normales. Pero el día 7 de Diciembre todo cambió. A las diez de la mañana de ese día llegó una orden al ayuntamiento calificada de intempestiva y no necesaria en la memoria que sobre este asunto escribió D. Antonio Sánchez de Alva, en la que se llamaba a los hombres lebrijanos de toda condición a asistir en la defensa de Sevilla con las armas que tuviesen. El 2º Alcalde recibió la orden y sin saber qué hacer, salió a la actual plaza de España y se la dio a leer a varios ciudadanos amigos suyos que allí estaban. Estos la divulgaron rápidamente, con lo que se reunió un gran gentío en este lugar. Al parecer todos se asustaron y alarmaron. Pensaban que un nuevo ejército francés, tras la derrota sufrida en Bailén, se encontraba a las puertas de Sevilla. Tras larga deliberación se llegó al acuerdo de antes de ir a la capital, se pediría a la Junta de Sevilla la retirada de los prisioneros franceses sitos en Lebrija, o enviase tropas españolas para custodiarlos. Antes de disolverse el gentío apareció por el lugar el oficial médico francés que venía de visitar enfermos, se acercó a los tumultos y un hombre, de profesión albañil, que estaba borracho insultó al oficial y dijo además que “...todos los franceses van a morir...” Este oficial subió inmediatamente al Castillo donde advirtió de estos hechos a los restantes oficiales. Estos, alarmados, pensando que iban a ser aniquilados, decidieron presentar resistencia. Dieciséis oficiales franceses, con su coronel a la cabeza completamente uniformados y armados con sus sables y pistolas, se presentaron en la plaza alta del castillo dando su frente al pueblo. Los vecinos que estaban a la entrada del castillo se asustaron al verlos armados y corrieron hacia la plaza dando gritos y advirtiendo a quienes encontraron en el camino lo que creyeron que ocurría: que los prisioneros franceses se rebelaban y daban muestras de atacar a la población.
Posteriormente, la Junta de Sevilla distribuyó en varias poblaciones de la provincia las tropas pertenecientes a la división de Bedel que también estaban incluidas en la capitulación y que no iban a ser repatriadas inmediatamente a Francia. Parece ser que a LEBRIJA le correspondió unos trescientos soldados. De estos soldados al menos veinte eran oficiales. Todos ellos bajo la responsabilidad del general Pribé. Éste y su ayudante fueron alojados en la posada de “La Concepción”, situada en la C/ Sevilla, (actualmente es una oficina del banco BBVA), junto al “Casino”. Toda la oficialidad fue alojada en la iglesia subterránea que la congregación de eclesiásticos llamados “Oblatos”, que en aquella época se había establecido en el interior del antiguo castillo, había construido en el foso defensivo del mismo, muy cerca de la ermita. Parte de los sargentos y cabos fueron alojados en una hospedería situada en la rampa de entrada del castillo, también dentro del recinto amurallado del mismo. La tropa fue alojada en una casa grande situada en un lugar que en aquella época se encontraba alejada de la población y que recibía el nombre de “El Mantillo”. Así distribuidos en la población, el trato con los soldados franceses fue bueno; se les ayudó “...siempre según su clase...” para que no les faltase nada. Según parece, el general Pribé no se dejaba ver con frecuencia en el pueblo a diferencia de los demás oficiales que si lo hacían pues se reunían en un billar situado en la plaza de España donde alternaban con los lebrijanos. Tal era la normalidad de relaciones que el oficial médico de estas tropas ayudo a la población lebrijana con el ejercicio de su profesión. Así pues, se observó buena conducta entre los locales y los prisioneros. Eso sí, la autoridad mandó poner en la entrada del castillo, así como en “El Mantillo”, dos o tres vecinos desarmados a modo de prevención de cualquier eventualidad. Nada hacía presagiar la tragedia que se avecinaba En el mes de Noviembre se comenzó la recolección de aceituna en el pueblo (recordemos que la economía de Lebrija por aquel entonces se basaba en gran porcentaje en el cultivo olivar. Existían nada menos que 9 molinos en el término municipal). Pues bien, casi toda la tropa francesa se dedicó a recolectar aceitunas, lo que provocó, al haber exceso de mano de obra, una disminución en los jornales (pagados por los dueños de las distintas tierras). La situación del ya empobrecido campesino lebrijano, empeoró. El disgusto de estos, si bien no fue responsable del hecho principal, sí lo fue de hechos particulares que ocurrieron simultáneamente al mismo. También da idea del sentir de los aparceros, población mayoritaria en la Lebrija de entonces, hacia los franceses. Es necesario decir que ese malestar únicamente se expresó en conversaciones sostenidas entre los mismos.
En el mes de Diciembre aún no se había completado la recolección y las relaciones entre franceses y lebrijanos eran del todo normales. Pero el día 7 de Diciembre todo cambió. A las diez de la mañana de ese día llegó una orden al ayuntamiento calificada de intempestiva y no necesaria en la memoria que sobre este asunto escribió D. Antonio Sánchez de Alva, en la que se llamaba a los hombres lebrijanos de toda condición a asistir en la defensa de Sevilla con las armas que tuviesen. El 2º Alcalde recibió la orden y sin saber qué hacer, salió a la actual plaza de España y se la dio a leer a varios ciudadanos amigos suyos que allí estaban. Estos la divulgaron rápidamente, con lo que se reunió un gran gentío en este lugar. Al parecer todos se asustaron y alarmaron. Pensaban que un nuevo ejército francés, tras la derrota sufrida en Bailén, se encontraba a las puertas de Sevilla. Tras larga deliberación se llegó al acuerdo de antes de ir a la capital, se pediría a la Junta de Sevilla la retirada de los prisioneros franceses sitos en Lebrija, o enviase tropas españolas para custodiarlos. Antes de disolverse el gentío apareció por el lugar el oficial médico francés que venía de visitar enfermos, se acercó a los tumultos y un hombre, de profesión albañil, que estaba borracho insultó al oficial y dijo además que “...todos los franceses van a morir...” Este oficial subió inmediatamente al Castillo donde advirtió de estos hechos a los restantes oficiales. Estos, alarmados, pensando que iban a ser aniquilados, decidieron presentar resistencia. Dieciséis oficiales franceses, con su coronel a la cabeza completamente uniformados y armados con sus sables y pistolas, se presentaron en la plaza alta del castillo dando su frente al pueblo. Los vecinos que estaban a la entrada del castillo se asustaron al verlos armados y corrieron hacia la plaza dando gritos y advirtiendo a quienes encontraron en el camino lo que creyeron que ocurría: que los prisioneros franceses se rebelaban y daban muestras de atacar a la población.
Estimados Señores:
ResponderEliminarLos artículos publicados son de mi autoría y están publicados desde hace mucho tiempo en Lebrija Digital. Citan únicamente algunas de las fuentes iniciales que utilicé en mis artículos. Les ruego me citen como autor de dichos artículos.
Atentamente.
Miguel Ángel Romero Romero
Ingeniero Naval.
Hola, Miguel Ángel, soy Manuel Jesús y tienes toda la razón del mundo, Voy a buscar las referencias y las ponemos en la entrada. Muchas gracias y enhorabuena por tus artículos Un abrazo.
EliminarGracias Manuel. Te sugiero (permiteme el tuteo, pues fuiste profesor mío) que pongas el artículo final, sin duda el más interesante, dado que doy los nombres, rango, arma y regimiento al que pertenecían los oficiales asesinados durante el luctuoso hecho.
ResponderEliminarAtentamente
Miguel Ángel Romero Romero
PD: Si necesitas más información puedes contactar conmigo en el mail: ingenieronaval77@yahoo.es